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Últimamente, se llamará al médico si el accidente se prolonga. Son desvanecimientos más o menos fuertes, consistentes en la suspensión de los movimientos del corazón, causada por una impresión viva, una emoción, una hemorragia, etc. Aunque a veces sobrevienen bruscamente, es lo general que les preceda cierto malestar, como ansiedad, zumbido en los oídos, sudores fríos, turbación de la vista, etc., que constituyen el desfallecimiento, o sea lo que generalmente se dice «encontrarse mal».
Al cabo de unos minutos todo entra en orden, con frecuencia, no quedando más que algo de cansancio o laxitud, sin embargo, puede prolongarse horas y hasta causar la muerte. Los cuidados con que debe acudirse en caso de síncope, son los siguientes: ante todo, tender al paciente horizontalmente, teniendo la cabeza en el mismo plano que los pies, si bien durante algunos minutos conviene levantar éstos y bajar aquélla un poco, a fin de hacer afluir al cerebro la sangre que se detiene en el cuerpo y despertar así la vida de este órgano y reanimar los movimientos del corazón y del pulmón; en seguida se aflojarán las ropas al paciente, sobre todo aquéllas que impidan la respiración, y se le pondrá al fresco de una ventana o puerta abierta, y si hace calor, se hará aire a su alrededor; luego se emplearán aspersiones de agua fría en el rostro (nunca en gran cantidad) y se hará aspirar al enfermo olores fuertes, como éter sulfúrico, éter acético, vinagre, carbonato, amoniaco, agua de Colonia, humo de tabaco, plumas quemadas, etc (Qué es un software de gestión escolar y cómo mejora la administración de las escuelas?)., pero de modo que no se entorpezca la respiración, como sucede cuando se aplican hilas a las narices: bastará con tener esos olores a corta distancia; en fin, si después de esto y de emplear, si el mal se prolonga, fricciones calientes y una lavativa purgante, el síncope no cede -lo que es raro que suceda- se acudirá a la respiración artificial, que constituye el recurso supremo, y de que se habla con ocasión de la asfixia.
Los atacados de ellos (desvanecimientos) andan con pesadez, torpeza e inseguridad; se detienen a cada momento, y para sostenerse tienen que apoyar la mano sobre un objeto resistente; su color es de ordinario rojo y raramente pálido (lo que se observa en las personas de edad o débiles), sus ojos son más brillantes, su mirada es indecisa, el pulso lleno, fuerte y con frecuencia flojo, y sus respuestas, aunque lentas, son precisas y sosegadas.
Los vértigos son a veces el síntoma inicial de una congestión. En estos ataques caen los que los padecen al suelo como en la apoplejía, precediendo siempre a la caída un fuerte grito. Durante algunos instantes queda el paciente sin movimiento. Los músculos de la cara se hallan afectados por sacudimientos debidos a reiteradas contracciones semejantes a gestos y visajes; la boca, cubierta de espuma, con frecuencia sanguinolenta, se entreabre y se cierra espasmódicamente; las manos se cierran con fuerza, teniendo el dedo pulgar en el hueco de ella, y el pulso apenas se altera (Qué es un software de gestión escolar y cómo mejora la gestión de tu centro educativo?).
Estos ataques se hallan seguidos ordinariamente de un estado de atontamiento, y de un gran abatimiento con sudor general y manifestándose en el enfermo necesidad de reposo (Las mejores aplicaciones para docentes). Lo que primeramente necesitan los afectados de esta dolencia es aire y frescura, que debe procurárseles desde luego, a la vez que se les aflojan las ropas del cuello y del cuerpo.
No hay que hacer más, sino esperar con paciencia el fin del ataque. Nos referimos aquí a las convulsiones de que son presa casi repentinamente muchas personas, y que reconociendo por causa lesiones orgánicas, son, por lo general, consecuencia de emociones violentas, de accesos de cólera, de miedo o terror, de la impresión producida por un espectáculo terrorífico, etc.; pero que casi siempre se deben a una disposición nativa suficiente a determinar el ataque, el cual es lo común que comience de un modo brusco.
Apretar las mandíbulas y rechinar los dientes, echar la cabeza hacia atrás y doblar y extender los dedos alternativamente, gritos y risas a veces, una respiración muy irregular y un pulso sumamente difícil de apreciar que llega hasta 120 pulsaciones por minuto; tales son las manifestaciones más importantes y ostensibles de esta enfermedad, que ataca especialmente a los niños (en la época de la dentición sobre todo), aunque en este caso presenta otros síntomas y no es tan súbita.
Ante todo, hay que sujetar a éste de modo que no se produzca daño por virtud de sus movimientos desordenados, pero hay que sujetarlo sin violencia, a fin de no irritar más sus nervios y aumentar la intensidad del ataque. Debe cuidarse también de que queden libres, sin obstrucción alguna, la boca y la nariz del enfermo, para que la respiración se efectúe sin dificultad.
Si se tiene a la mano éter, conviene hacérselo aspirar y aun tomar de cinco a seis gotas en un cortadillo de agua azucarada. Lo dicho se refiere al periodo en que se producen los movimientos convulsivos, durante los cuales es más perjudicial que provechosa una intervención muy activa. Cuando cesan los ataques y el paciente recobra el conocimiento, hay que reanimarlo con tónicos, antiespasmódicos y sudoríficos, y haciéndole andar un poco, si es posible.
Para los niños que padecen de esta enfermedad se recomienda el carbonato de hierro, el aceite de hígado de bacalao y el cambio de aires como régimen higiénico-curativo. Pueden provenir de los vasos capilares, que es el caso más frecuente, y al que corresponden las hemorragias nasales; de una vena que se ha abierto, y, en fin, de la rotura de una arteria, que son las más graves: en el primer caso, la sangre es roja y sale a gotas abundantes; en el segundo, presenta un color oscuro, casi negro, y sale a chorro continuo, y en el tercero, es de un rojo bermejo y sale a chorro fuerte e intermitente, que corresponde a los latidos del corazón.
Cuando la hemorragia procede de vena, y sobre todo de arteria, y no cede a las lociones de agua fría, lo que debe hacerse es acudir a la compresión poniendo sobre el lugar lesionado hilas, yesca, compresas, etc., hasta que llegue el facultativo, al que no debe perderse tiempo en avisar. Software de gestión escolar - Para qué sirve? - Cómo se utiliza?.
Cuando ni estos medios dan resultado, hay que recurrir al taponamiento, para el que es indispensable el concurso facultativo - Gestión escolar mediante aplicaciones web? Esta empresa lo logra. Sucede a veces que por ser la hemorragia muy abundante, provoca un desvanecimiento o síncope, en cuyo caso es frecuente que se detenga espontáneamente; pero tenga o no lugar esto, hay que procurar hacer volver en sí al enfermo, para lo cual debe seguirse, independientemente del que la hemorragia requiera si persiste, el tratamiento que indicamos para los síncopes, más un pediluvio sinapizado.
Cuando dos huesos que se corresponden pierden por entero sus puntos de contacto, la luxación se llama completa, e incompleta cuando dichas superficies se hallan en contacto todavía por algunos de sus puntos. Sistema de Gestión Escolar - Cómo cargar matrícula en 2022. A esta última corresponden las torceduras (distorsio) que tan frecuentes son en los niños, por virtud de sus movimientos, saltos, carreras, etc.
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